El siglo XVIII
La historiografía musical ha utilizado tradicionalmente categorías y términos tomados de la historia del arte; de esta manera, se determina un período «barroco» en la música, que abarcaría el siglo XVII y la primera mitad del XVIII, con características similares a las del arte barroco del mismo período. Esta periodización es cómoda para estudiar la música en relación a las artes plásticas o la literatura, pero no responde exactamente a los desarrollos musicales. Aunque es cierto que hacia 1600 se produjeron cambios importantes en la técnica musical que justifican situar por entonces el inicio de un nuevo estilo (el que llamamos «barroco»), no ocurre lo mismo con su final: este estilo se transforma muy paulatinamente hasta ser sustituido por el estilo «clásico» de finales del XVIII; hay menos diferencia, por ejemplo, entre Monteverdi y Alessandro Scarlatti, a un siglo de distancia uno del otro, que entre el mismo Scarlatti y Beethoven, también separados por un siglo. Es obvio, por tanto, que durante el XVIII se produce un importante cambio de estilo, pero este cambio se realiza muy lentamente. La tradición de utilizar la fecha de 1750 para situar el final del período barroco se debe al fallecimiento en ese año de Johann Sebastian Bach, a quien se considera la cumbre de la música barroca (y en general de la música occidental). Sin embargo, para entonces su música estaba ya «pasada de moda» y hacía casi treinta años que habían empezado a aparecer estilos nuevos; y muchos músicos «barrocos» de la generación de Bach continuarían componiendo varios años más.
Se puede afirmar que hasta 1720 la música europea es barroca y que a partir de 1770 es clásica; pero entre esas fechas no es ni una cosa ni la otra, o más bien es en parte barroca y en parte clásica. El siglo XVIII, por tanto, puede considerarse como un período musical por sí mismo, que marca la transición entre la música barroca del XVII y la clásica-romántica del XIX.
Teniendo esto en cuenta, se puede organizar el desarrollo musical de este período en tres bloques: por un lado, los últimos ejemplos de la música barroca; por otro, los nuevos rasgos clasicistas que van apareciendo a lo largo del siglo; y finalmente, el esplendor de los músicos plenamente clásicos.
El Barroco tardío
El barroco tardío abarcaría la producción musical del primer tercio del siglo, todavía con características claramente barrocas, y la continuidad de estas características en la música posterior hasta su sustitución por el estilo clásico. Sus representantes son principalmente compositores nacidos en el XVII, pero que comienzan su labor de composición hacia 1700.
En general, las características de esta música son las mismas que en el período anterior (bajo continuo, estilo concertado, virtuosismo, expresión de afectos…) aunque hay algunas que la identifican de forma más concreta:
Las formas musicales desarrolladas en el XVII (ópera, cantata, oratorio, concierto, sonata, suite…) se estabilizan y se convierten en las «grandes formas», con movimientos más extensos y una tendencia a fijarse en cuanto a estructura, frente a la diversidad anterior.
Se establece definitivamente el sistema de la tonalidad, que se había desarrollado lentamente desde mediados del XVI. En 1722, Jean Philippe Rameau publica su Tratado de armonía, el primero que se centra en la armonía tonal. Significativamente, el mismo año compone Johann Sebastian Bach el primer libro de El clave bien temperado, con 24 preludios y fugas que recorren todas las tonalidades mayores y menores.
Estas dos características se reúnen en el amplio desarrollo de la técnica de la modulación, base del sistema tonal y que permitirá crear movimientos cada vez más largos y se convertirá en la base de la forma musical, frente a los estilos improvisatorios.
Formas principales
En la música vocal profana, la ópera y la cantata siguen siendo las formas fundamentales, sin demasiados cambios respecto al siglo anterior. Alessandro Scarlatti será el modelo en Italia para la ópera seria y la cantata de cámara, extendiendo su influencia también a otros países. En Francia se continúa la tradición de la tragédie lyrique de Lully, cada vez con mayor influencia italiana. En Alemania se da una tendencia a unificar los estilos francés e italiano, con un peso importante también del contrapunto, que se considera la característica más plenamente alemana.
En cuanto a la música vocal religiosa se mantiene aún el stile antico con la adición generalmente del bajo continuo. Pero cada vez es más habitual la utilización del estilo teatral o el camerístico: junto al oratorio, musicalmente idéntico a una ópera, aparece una forma de cantata religiosa (sobre todo en Alemania) con recitativos, arias, y coros. La misa también adoptará las mismas técnicas y los cantos más extensos, como el Gloria o el Credo se convertirán en verdaderas cantatas.
En la música instrumental continúan como formas principales la sonata, la suite y el concierto. La primera cada vez se orienta más al dúo entre instrumento solista y bajo continuo, con este último muchas veces pensado para el clave y escrito incluso como «clave obligado», es decir, no limitado a la línea del bajo sino desarrollado completamente. Hay también sonatas para instrumentos solos, incluidos instrumentos como el violín y la flauta. En cuanto a la suite, aunque también se utiliza una gran variedad de instrumentaciones, domina la escritura para clave, especialmente en Francia. Hay también suites para orquesta, que en Alemania reciben el nombre de oberturas.
El concierto presenta varias combinaciones instrumentales, desde el concerto grosso a la manera de Corelli hasta el llamado concerto di gruppo, en que ningún instrumento es solista (o lo son todos), precedente de la sinfonía; pero el modelo más habitual será el concierto con instrumento solista. Aunque la estructura del concierto es variada, como ocurre también con la sonata, en aquel se impone cada vez más la forma italiana en tres movimientos (rápido-lento-rápido), con los movimientos rápidos basados en el uso del ritornello, un estribillo instrumental que aparece, parcial o totalmente, en varias tonalidades, enmarcando intervenciones de los solistas, en pasajes virtuosísticos y modulantes.
Principales compositores
La última generación barroca incluye algunos de los nombres más importantes de la historia de la música europea. Algunos de ellos son los siguientes:
François Couperin (1668-1733)
Nació y murió en París, en una familia de músicos de gran fama. Compuso música vocal, tanto religiosa como profana, e instrumental. En la primera destacan sus Lecciones de tinieblas. Entre sus obras de cámara destacan las dos Apoteosis, suites en trío dedicadas una a Corelli y otra a Lully, con lo que manifiesta su deseo de unir los estilos italiano y francés.
La parte principal de su obra la conforma la música para tecla. Además de sus dos misas para órgano (Misa de los conventos y Misa de las parroquias), lo fundamental es su obra para clave, sobre todo las 27 suites que denómino ordres (órdenes) y que agrupó en cuatro libros; las piezas de estas suites, aunque se trata de las habituales formas de danza, llevan títulos literarios como La tenebrosa, La visionaria o Las sombras errantes.
Antonio Vivaldi (1678-1741)
Nació en Venecia, donde desarrolló casi toda su carrera, y murió en Viena, donde había acudido a interpretar sus óperas. Fue uno de los compositores más prolíficos de su generación, abarcando todos los géneros musicales: en música vocal destacó en la ópera (se conservan más de veinte), en la cantata (unas cuarenta) y en la música religiosa (unas sesenta obras).
En música instrumental, aparte de más de sesenta sonatas a solo y otras obras de otros géneros, su aportación principal son los más de quinientos conciertos, para todo tipo de instrumentos y agrupaciones, muchos de ellos publicados en colecciones como La cetra (La cítara), L’estro armonico (La inspiración armónica) o Il cimento dell’armonia e dell’invenzione (El combate entre la armonía y la invención), a la que pertenecen los cuatro conciertos conocidos como Las cuatro estaciones, para violín, cuerda y continuo.
Vivaldi dio forma definitiva al concierto, fijando la división en tres movimientos y la estructura de ritornello. Sus obras sirvieron de modelo a muchos otros compositores, entre ellos Johann Sebastian Bach, que adaptó numerosos conciertos de Vivaldi para órgano y otras combinaciones instrumentales.
Georg Philipp Telemann (1681-1767)
Es el compositor de más amplia obra de su época (y casi de todas las épocas), con más de tres mil obras reconocidas. Abarcó todos los géneros vocales e instrumentales: óperas, cantatas, pasiones, suites orquestales, conciertos y piezas de cámara. Telemann supo fusionar todos los estilos musicales que conoció en su larga vida, tanto los estilos barrocos «nacionales» de comienzo de siglo (francés, italiano y alemán) como los posteriores estilos «preclásicos», principalmente el estilo galante.
Mantuvo muy buenas relaciones con sus contemporáneos, entre otros con Johann Sebastian Bach, de cuyo hijo Carl Philipp Emanuel fue padrino de bautismo. Durante casi cincuenta años fue director musical de la ciudad de Hamburgo; a su muerte lo sucedió su ahijado.
Jean Philippe Rameau (1683-1764)
Músico francés de carrera atípica, trabajó como organista en varias ciudades hasta casi los cuarenta años. En 1722 se instaló en París y el mismo año publicó su Tratado de armonía. A partir de entonces inicia una carrera como compositor, convirtiéndose unos años después en el principal autor francés de óperas después de Lully. La parte principal de su obra corresponde a dos géneros bien diferenciados: la ópera y la música para clave, sindo así sucesor de Lully y de Couperin.
Curiosamente, Rameau, que en su juventud se destaca como músico innovador, con su Tratado y su estilo italianizante, en su vejez se convierte en el símbolo de la música francesa frente a los «modernos» de la época, encaminados ya hacia el estilo clásico.
Johann Sebastian Bach (1685-1750)
El músico considerado como el más importante compositor de la historia de la música europea desarrolló en su carrera casi todos los oficios musicales posibles y abarcó todos los géneros musicales excepto la ópera. Fue organista de iglesia, músico cortesano y músico civil, esto último en Leipzig desde 1721 hasta su muerte.
Su obra es inmensa: en música vocal religiosa destacan sus doscientas cantatas, los oratorios de Navidad y Pascua, el Magnificat, sus dos pasiones (La Pasión según san Mateo y La Pasión según san Juan) y la extensa Misa en si menor. Su música vocal profana consiste principalmente en cantatas.
Entre su obra instrumental, destaca sobre todo la obra para tecla, de la que era también intérprete: una amplia obra para órgano (toccatas, preludios, fugas, corales, sonatas…) y para clave (partitas, suites, los dos libros de preludios y fugas de El clave bien temperado y la colección de variaciones conocida como Variaciones Goldberg).
Su obra orquestal abarca cuatro suites (u oberturas) y multitud de conciertos, entre ellos los seis conocidos como Conciertos de Brandenburgo. Su música de cámara incluye sonatas, partitas y suites para diversos instrumentos solos (violín, violonchelo, laúd, flauta…) así como sonatas para diversas agrupaciones instrumentales y la curiosa Ofrenda musical, colección de piezas realizadas sobre un tema de Federico de Prusia.
Su última obra fue El arte de la fuga, monumental colección de piezas contrapuntísticas de técnica diversa, compuesta en un momento en que el contrapunto estaba ya pasado de moda frente al nuevo estilo galante. Se trata de una obra compleja y desconcertante, probablemente escrita para tecla pero tal vez también para interpretarse con un conjunto instrumental o quizá como ejercicio teórico sobre el contrapunto.
Domenico Scarlatti (1685-1757)
Hijo de Alessandro, nació en Nápoles y comenzó su carrera en Italia; pero los últimos 37 años de su vida los pasó en Portugal y España, al servicio de las familias reales. Ejerció una influencia importante en los músicos españoles de la corte y al mismo tiempo asimiló usos y estilos de la música española que incorporó a su obra difundiéndolos así al resto de Europa.
Su obra abarca géneros diversos, vocales e instrumentales; pero es conocido fundamentalmente por las más de quinientas sonatas para tecla, que llevan desde el estilo barroco hasta un estilo galante cercano ya al clasicismo.
Georg Friedrich Händel (1685-1759)
Fue el compositor más influyente en las generaciones siguientes, especialmente en Inglaterra y Alemania; fue también el primer compositor cuya obra no dejó nunca de interpretarse, especialmente sus oratorios ingleses y algunas piezas instrumentales.
Nacido y formado en Alemania, pasó algunos años en su juventud en Italia, junto a Alessandro Scarlatti, asimilando estilos y formas como la cantata, la ópera seria y el oratorio italiano. Tras un regreso a Alemania, se instaló definitivamente en Inglaterra al servicio de la familia real.
En Inglaterra destacó en un primer momento como autor de óperas italianas (por ejemplo Julio César) y posteriormente como autor de oratorios, creando un modelo de oratorio inglés que tuvo gran éxito: el más famoso es El Mesías. Su obra vocal abarca también cantatas, odas y otras formas.
En cuanto a su obra instrumental, destacan sobre todo los conciertos de diversos tipos, como los Concerti grossi al estilo de Corelli o los conciertos para órgano, instrumento del que era un gran virtuoso. Compuso también suites orquestales para la corte, como la Música acuática o la Música para los reales fuegos artificiales. Su música de cámara abarca sonatas para diversos instrumentos y música para tecla.
El Clasicismo musical
La historiografía musical ha considerado habitualmente el Clasicismo como un estilo que dominó la música europea durante medio siglo, entre fines del XVIII y comienzos del XIX. La fecha inicial se suele situar en torno a 1770, cuando Haydn llega a su madurez creativa y Mozart se abre camino como compositor; el final hacia 1820, con las últimas obras de Beethoven (que falleció en 1827).
En realidad, hay que tener en cuenta que el estilo barroco estaba ya en decadencia hacia 1720, cuando empiezan a aparecer las primeras características del estilo galante. Dado que el estilo clásico se desarrolla a partir de este —y de otros que aparecen entre 1720 y 1760—, se puede considerar que el inicio del Clasicismo musical se sitúa en esa fecha, y sus primeros pasos se solapan con los últimos del estilo barroco. Habría así un siglo clásico, aproximadamente entre 1720 y 1820, que incluiría desde los músicos llamados a veces «preclásicos» —y algunas obras de los últimos barrocos, como Telemann y Scarlatti— hasta las obras de madurez de Beethoven.
La denominación de «clásica» que se da a esta música viene a su vez de un cambio importante en los planteamientos musicales a comienzos del siglo XIX. Hasta entonces, los músicos interpretaban siempre, sin excepción, música de su propia época; la música anterior se utilizaba solo como recurso de aprendizaje para la composición, y solamente la de la generación anterior, sin ir más allá de cincuenta años atrás. Hacia 1820, sin embargo, en los conciertos públicos empieza a consolidarse un repertorio de obras de épocas anteriores que se consideran dignas de ser interpretadas; un acontecimiento simbólico es la interpretación pública de la Pasión según San Mateo, de Johann Sebastian Bach en Leipzig en 1829, cien años después de su composición, dirigida por un jovencísimo Félix Mendelssohn. Cuando esta nueva costumbre se inicia, los músicos de referencia de los cincuenta años anteriores son Haydn, Mozart y Beethoven; a ellos se les considerará autores «clásicos», y su música —parte de ella, no toda— se mantendrá sin interrupción en los programas de conciertos hasta la actualidad.
El clasicismo temprano
Entre 1720 y 1770, aproximadamente, se produce el cambio, lento y progresivo, entre el estilo barroco y el estilo clásico. Este período recibe diferentes nombres, entre ellos el de Preclasicismo, interpretándolo como una especie de «avance» de lo que será el clasicismo posterior. Pero es preferible entenderlo como un período de cambios paulatinos: se abandonan técnicas y formas musicales anteriores, se desarrollan o modifican otras. Conviven, pues, estilos muy diferentes, algunos de ellos herederos de los de la etapa anterior (barrocos) y otros novedosos, que conforman una primera etapa del clasicismo, que podemos denominar clasicismo temprano.
Bases ideológicas y sociológicas
Durante el siglo XVIII, y especialmente en el período del clasicismo temprano, se desarrolla el movimiento ideológico que se conoce como Ilustración. La base de este movimiento es la confianza absoluta en la razón, derivada del racionalismo del siglo anterior y que pondrá las bases del pensamiento contemporáneo en áreas como la política y la religión, así como en el interés por la ciencia y la filosofía; consecuencias históricas de este movimiento son la Revolución Francesa o la independencia de los Estados Unidos de América. En música, la aplicación del racionalismo producirá formas musicales más ordenadas y regulares, así como la aplicación de principios «clasicistas» (aristotélicos) en la ópera.
La música dejará definitivamente de considerarse una actividad «práctica», destinada a la alabanza de Dios o a la propaganda política de los mecenas y se potenciará su dimensión «humana», como arte capaz de producir placer y reflejar emociones. El universalismo ilustrado hará que desaparezcan los estilos nacionales y se considere a la música como un «lenguaje universal», desarrollando un estilo común en todos los países de Europa (excepto en un caso, el de la ópera cómica).
La función social de la música comienza a cambiar: aunque la Iglesia y la nobleza seguirán siendo las grandes patrocinadoras de la música, aparecen ámbitos nuevos para la expresión musical. Uno de estos es el concierto público: las primeras sociedades de conciertos (como el Concert Spirituel de Francia) aparecen en esta época; aunque el precio de las entradas impedía el acceso a gran parte de la población, el hecho es que los músicos van a depender cada vez más del gusto de un público amplio y no de un mecenas individual. Otro ámbito de difusión musical aparece con la cada vez mayor afición a interpretar música: la burguesía alta y media —y también la aristocracia— practica la interpretación musical (sobre todo instrumental) en el ámbito doméstico, requiriendo una gran cantidad de música que se difundirá a través de la imprenta.
Esta diversificación de ámbitos y la apertura a nuevos públicos lleva a un interés por lo musical que se reflejará en el desarrollo de nuevas formas de la literatura musical: junto a los tratados didácticos y teóricos sobre música, aparecen en este momento la crítica musical, ligada al desarrollo del periodismo, y la historia de la música, con las obras enciclopédicas de John Hawkins y Charles Burney, en Inglaterra.
Características musicales
Entre 1720 y 1770, la música, tanto vocal como instrumental, va abandonando técnicas anteriores en un afán de «racionalizar» la música y lograr una mayor sencillez; se trata en el fondo de «facilitar» la percepción de la música. Entre los nuevos desarrollos están los siguientes:
La forma musical se regulariza, organizándose en semifrases, frases y períodos, normalmente de 2, 4 y 8 compases; a veces se utilizan otras medidas, pero siempre guardando la simetría entre las partes.
Esta estructura se puntúa con cadencias frecuentes, estableciendo una jerarquía en éstas: por ejemplo, la primera frase de un período termina en semicadencia y la segunda en cadencia perfecta.
Como consecuencia, se simplifica el ritmo armónico, muchas veces coincidiendo con la estructura formal de frases y períodos, abandonando así los frecuentes cambios armónicos del barroco tardío.
Para compensar lo anterior, se crean diseños de acompañamiento que desarrollan «melódicamente» los acordes; uno de los más famosos es el llamado bajo de Alberti, en referencia al compositor italiano Domenico Alberti.
Frente a la estabilidad armónica se opone la diversidad de afectos, cambiando con frecuencia en una misma obra al modo en que las emociones humanas cambian constantemente.
Estas características se reflejan en nuevos estilos. Uno de ellos es lo que se llamó en la época estilo galante, cuya característica principal era la sencillez, con melodías cantables y acompañamientos simples. Otro estilo característico fue el llamado estilo sentimental, conocido también con el término alemán Empfindsamkeit, centrado en los contrastes afectivos y en la capacidad emocional de la música.
Géneros musicales
En la música vocal, los cambios principales se dan en el terreno de la ópera. Desde comienzos del siglo XVIII la ópera se había desprendido de personajes y escenas cómicos, dando lugar así a lo que se ha llamado ópera seria. Como contraste, aparecen formas nuevas de teatro musical que incluyen solamente esos personajes y escenas cómicos, dando lugar así a la ópera bufa. En ambos estilos se aplicarán las normas clásicas de tragedia y comedia, siguiendo a Aristóteles; así, la ópera seria tendrá personajes «elevados» y temas históricos o mitológicos, mientras la cómica tiene personajes populares y asuntos cotidianos; los libretistas más representativos son Pietro Metastasio, en la seria, y Carlo Goldoni, en la cómica. Esta última, por su carácter popular, presenta variantes «nacionales»: la opéra comique francesa, el Singspiel alemán o la zarzuela española (que existía ya en el XVII); todas ellas incluyen diálogos hablados, a diferencia de la ópera bufa italiana, que utilizaba el recitativo.
Durante la primera mitad del siglo, la ópera está centrada en el lucimiento de los cantantes, y el elemento principal es el aria, normalmente en la forma da capo. Hacia 1750 se produce una reforma en el sentido «dramático» de la ópera, dando mayor importancia a lo escénico y a la acción, con mayor continuidad y potenciando el uso de los coros. En la ópera cómica se irán incluyendo asuntos «serios» y se acostumbra a terminar con la presencia de todos los personajes principales.
La música vocal religiosa se divide en dos tendencias: una, cada vez menos importante, continúa la práctica del estilo antiguo de los siglos anteriores; la otra utiliza las técnicas de la ópera (arias y recitativos, orquesta, coros…) especialmente en el género del oratorio, pero también en la misa y otras formas.
La música instrumental va a despegar definitivamente, para convertirse a final del siglo en el género más importante; la causa de esto está en gran parte en el desarrollo de los conciertos públicos, centrados en obras orquestales, y en la práctica aficionada, orientada a la música de cámara. En la primera mitad del siglo se inventan nuevos instrumentos que serán imprescindibles a partir del clasicismo, como el piano y el clarinete; por el contrario, otros que habían sido importantes decaen definitivamete en este momento, como el laúd, la viola da gamba y el clave. La orquesta moderna se desarrolla ahora, principalmente en ciudades alemanas.
El estilo de las obras instrumentales es en gran medida un estilo «cantable», similar al de las arias operísticas de la época, con predominio de la melodía. Muchas formas musicales del período anterior prácticamente desaparecen: preludio, fuga, suite; mientras que otras van a conocer un desarrollo importante, principalmente la sonata, que será el modelo para toda la música de cámara, y el concierto y la sinfonía en la música orquestal. La estructura de estas formas, así como la de cada uno de sus movimientos, se irá fijando poco a poco hasta crear las grandes formas clásicas hacia 1770.
Principales compositores
En el género de la ópera seria, el compositor más relevante es Johann Adolph Hasse, alemán afincado en Italia. En la ópera cómica es importante el nombre de Giovanni Battista Pergolesi, que con su obra La serva padrona creó el modelo del género; Pergolesi, que murió con 25 años, es autor también de un Stabat Mater representativo de la música vocal religiosa de su época. La reforma operística de mediados de siglo está encabezada por Christoph Willibald Gluck, compositor alemán que trabajó en Viena y París; entre sus obras destacan Orfeo y Eurídice e Ifigenia en Táuride.
En la música instrumental, los nuevos estilos aparecen ya en la obra de músicos de la última generación barroca, como Domenico Scarlatti y Georg Philip Telemann, pero los más representativos son músicos de la generación siguiente, nacidos en el segundo decenio del siglo: el italiano Giovanni Battista Sammartini, uno de los creadores de la sinfonía; el alemán Johann Stamitz, también importante autor de sinfonías y miembro de una familia de músicos relacionados con el nacimiento de la orquesta moderna; y sobre todo Carl Philipp Emmanuel Bach, hijo de Johann Sebastian y ahijado de Telemann, que tuvo un papel imprescindible en el desarrollo de la música de tecla, tanto en sonatas como en conciertos, así como en la música de cámara en general y en conciertos para otros instrumentos.
El clasicismo pleno
Forma musical
Las obras musicales clásicas constan generalmente de varios movimientos, normalmente tres o cuatro, con formas diversas. Las formas básicas con las que se exponen a continuación.
Forma binaria
La antigua forma binaria, propia de las danzas y movimientos de sonata barrocos, continúa siendo importante durante el clasicismo. No es frecuente ya encontrar movimientos completos con esta forma, pero sí secciones importantes de estos movimientos; por otra parte, la principal forma clásica, la forma de sonata, deriva de esta forma binaria.
La forma binaria original consta de dos secciones que se repiten en la interpretación dando lugar a una estructura AABB. La sección A comienza en la tónica y modula a la dominante (o al relativo mayor si la tonalidad principal es menor) y la sección B realiza la modulación inversa para terminar en la tónica; ambas secciones pueden compartir el material rítmico y melódico o ser diferentes:
Paulatinamente se afianzó la costumbre de utilizar en ambas secciones el mismo material melódico, de modo que lo que en la sección A estaba en la tónica aparecía en B en la dominante, y viceversa:
Finalmente, se desarrollan formas binarias en que el material de la sección A reaparece cuando se vuelve a la tónica, de modo que al comienzo de la sección B aparece material nuevo, y todo el material de la sección A está en la tónica:
Esta última forma será la más habitual en el clasicismo: se encuentra, por ejemplo, como tema inicial en los rondós o como tema base para variaciones; también es la estructura básica de minuetos y scherzi.
Forma de sonata
La llamada forma de sonata, que no debe confundirse con la sonata como obra musical, es la forma más utilizada durante el clasicismo y la más representativa de este estilo. Es una derivación de la forma binaria en su último estado: el material inicial de la sección B (c en el esquema anterior) se amplía para convertirse en un desarrollo de los materiales melódicos, rítmicos y armónicos de la sección A, llegando así a ser una sección diferenciada; al final de la sección B se añade con frecuencia una breve sección de conclusión (coda) que con el tiempo se convertirá en la práctica en una cuarta sección de la forma de sonata. Al mismo tiempo, se va haciendo más complejo el trabajo armónico: la sección de desarrollo puede modular a tonalidades lejanas, pero también otras secciones modulantes pueden extenderse. En su forma más desarrollada, la forma de sonata presenta la siguiente estructura:
Exposición: sección inicial en la que se expone el material melódico y rítmico con el que se trabajará a lo largo de todo el movimiento. Corresponde a la sección A de la forma binaria y normalmente se repite desde el comienzo.
Tema A (o grupo temático A): material inicial en la tónica principal; puede constar de una sola melodía o de varias, o bien de un conjunto de motivos diversos.
Transición: pasaje modulante que conduce de la tónica a la dominante o el relativo mayor; con el tiempo se extiende, incluyendo a veces modulaciones intermedias.
Tema B (o grupo temático B): material en la nueva tonalidad, normalmente de carácter contrastante con el tema A.
Codeta: a veces se termina la sección B con un pequeño pasaje de carácter claramente conclusivo.
Desarrollo: sección en la que se utiliza el material anterior de formas diversas, modulando a varias tonalidades, a veces lejanas de la principal. Puede aparecer también material nuevo. Concluye con un pasaje modulante que reconduce a la tonalidad con la que comenzaba la sección; a este pasaje se le llama retransición.
Reexposición o recapitulación: repetición modificada de la exposición; puesto que todo el material aparece ahora en la tónica, la transición es diferente, y aunque puede modular a otras tonalidades termina en la tónica para presentar el tema B en esta tonalidad.
Coda: sección conclusiva. En las formas más antiguas es simplemente la repetición de la codeta de la exposición, ahora en la tonalidad principal. Con el tiempo se expande a grandes dimensiones, convirtiéndose en una especie de segundo desarrollo, como en algunas obras de Beethoven.
En las obras más antiguas se repite todo el conjunto desarrollo - reexposición - coda (es decir, la segunda sección de la forma binaria original). Cuando estas formas crecen en dimensiones, la repetición desaparece.
Una forma derivada de la forma de sonata es la llamada forma de sonata sin desarrollo, que carece de esa sección y normalmente de la coda; se trata en el fondo de una forma binaria en la que la sección B repite todo el material de A sin modulación.
Otra forma importante derivada de la sonata es el allegro de concierto, forma en que se presenta habitualmente el primer movimiento de un concierto. Es una mezcla de forma de sonata y la antigua forma barroca de los ritornelli: hay tres intervenciones del solista (correspondientes a exposición, desarrollo y reexposición) separadas por tutti de la orquesta; el primero de estos es también una primera exposición, previa a la del solista; los otros suelen repetir un mismo tema, a la manera del ritornello barroco; el último corresponde también a la coda; se incluyen también momentos para la libre improvisación del solista, llamados cadencias, el principal al final del tercer solo. Su esquema sería de la siguiente forma:
Rondó
El rondó consiste en la alternancia de un estribillo instrumental o refrán con una serie de episodios, secciones que presentan diferente material musical y que en general modulan a otras tonalidades; estas modulaciones provocan a veces que el refrán aparezca en tonalidades diferentes. La estructura de un rondó se puede esquematizar como ABACADA…
Una forma mixta entre rondó y sonata es la llamada rondó-sonata. En esta forma el refrán actúa como tema A y el primer episodio como tema B; el segundo episodio cumple la función de desarrollo y finalmente se repiten tanto el refrán como el primer episodio, al modo de una reexposición. La estructura sería la siguiente:
Minueto (o scherzo) con trío
El minueto era una danza cortesana de moda durante el siglo XVIII. Pierde importancia a finales del siglo, especialmente después de la Revolución Francesa y es sustituida en las obras musicales por un scherzo (‘broma’ en italiano).
Formalmente consta de dos secciones en forma binaria AABB. Tras la interpretación de ambas se repite la primera sin repetir sus dos partes:
Otras formas
Junto a las anteriores, existen otras formas que se utilizan frecuentemente en los movimientos de sonatas, sinfonías y otras formas musicales del Clasicismo:
- Tema con variaciones:
Exposición de un tema, generalmente con forma binaria, seguido de una serie de variaciones sobre el mismo, con diferente ritmo, compás, modo, etc.
- Forma ternaria:
conocida también como «forma lied» o «forma de canción». Es una derivación del aria da capo barroca, con dos secciones contrastantes y repetición final de la primera.
Estructura general de una obra clásica
Las sinfonías, sonatas, tríos, cuartetos, etc., de la música clásica presentan una sucesión de movimientos diferentes. La estructura más habitual es la siguiente:
Las obras en tres movimientos generalmente prescinden del minueto. Existen también otras modificaciones a la forma general, suprimiendo o añadiendo movimientos, alterando su orden… Los conciertos con solista presentan una forma particular debido a la necesidad de alternar pasajes a solo con pasajes del tutti.
Géneros de la música clásica
Hasta mediados del siglo XVIII los ámbitos principales de actividad musical eran la iglesia y la corte, y los músicos repartían su actividad en ellos, bien como músicos al servicio de las iglesias (clérigos o seglares), bien como criados de aristócratas. A lo largo del siglo XVII se había ido desarrollando un nuevo ámbito de trabajo, el teatro, principalmente debido al desarrollo de la ópera.
Los cambios sociales y políticos que suceden en el XVIII y que serán causa de las revoluciones norteamericana (1776) y francesa (1789), con la caída del Antiguo Régimen y su sustitucion paulatina por las democracias modernas, llevan aparejados también cambios en el consumo y difusión de la música. La clase burguesa, cada vez con más influencia en la vida pública, propicia el uso doméstico de la música, creando así un amplio mercado de obras pensadas para la interpretación privada, habitualmente con niveles medios de exigencia, pero a veces también con niveles altos: de ahí el importante desarrollo de la música de cámara. Por otra parte, los conciertos públicos se convierten en acontecimientos sociales, dando lugar a una demanda constante de obras sinfónicas que se interpretaban en teatros a los que el público acudía pagando su entrada o suscribiéndose previamente. Nace así el modelo «moderno» de consumo musical, frente a aquellos modelos aristocráticos del Antiguo Régimen.
Al mismo tiempo, la música instrumental, que había comenzado su despegue definitivo en el Barroco medio y tardío, va a convertirse en el medio más habitual de composición, interpretación y consumo musical superando por primera vez a la música vocal. Esta se mantendrá en sus géneros anteriores (ópera, oratorio, música religiosa) pero también se incorporará a los nuevos ámbitos camerístico y sinfónico.
Música de cámara
La música instrumental de cámara es el medio habitual de consumo de la música en el ámbito doméstico. Sus destinatarios eran normalmente las familias burguesas, en las que se fomentaba el estudio de la música: las hijas estudiaban en general instrumentos de tecla (sobre todo el piano, que se convierte en el instrumento principal, arrinconando al clave y otros instrumentos), mientras los hijos estudiaban casi siempre instrumentos de arco (principalmente violín y violonchelo). El nivel interpretativo de estos amateurs no solía ser muy alto, por lo que una buena parte de esta música no planteaba grandes exigencias; esto sucedía sobre todo en los instrumentos de arco, que con frecuencia acompañaban al piano doblando sus melodías o reforzando la armonía.
Otro ámbito de consumo de música de cámara era el de los propios músicos profesionales, empleados normalmente en orquestas teatrales. En sus momentos de ocio, los músicos se reunían en pequeños grupos para interpretar música y discutir sobre ella, demandando así obras camerísticas de alto nivel.
Las obras de la música instrumental de cámara en el Clasicismo se estructuran siempre en varios movimientos, generalmente cuatro, con la forma indicada anteriormente. Cuando se destinan a uno o dos instrumentos se suelen denominar sonatas (casi siempre incluyendo el piano); el resto se denominan según el número de instrumentos incluidos: tríos, cuartetos, quintetos, etc.
La sonata para instrumento solo es casi exclusivamente para el piano. Al principio son genéricamente «para tecla», y podían interpretarse con clave, espineta, clavicordio…, aunque finalmente se impone el piano. Presentan niveles de exigencia muy diversos, de lo más sencillo a lo más complejo, y a veces era el género preferido para la experimentación de nuevas técnicas, como ocurre en el caso de Beethoven.
Cuando el piano se une a otro instrumento, la obra se denomina también sonata. Lo más habitual es que el otro instrumento sea de arco (violín o violonchelo), pero también hay sonatas para piano e instrumento de viento (flauta, oboe o clarinete, por lo general). Cuando no se incluye el piano, se suele utilizar la denominación de dúo, casi siempre también para instrumentos de arco (dos violines o violín y violonchelo).
Entre los tríos, el más frecuente es el trío con piano, que incluye además el violín y el violonchelo. Es frecuente también el trío de cuerda, con dos violines y violonchelo, o bien violín, viola y violonchelo.
El cuarteto más importante es el cuarteto de cuerda, que incluye dos violines, viola y violonchelo. Su desarrollo definitivo se debe a Haydn, del que aprendieron Mozart y Beethoven; desde entonces se ha convertido en la forma «reina» de la música de cámara y lo han desarrollado casi todos los compositores importantes de los siglos XIX y XX. El escritor alemán Goethe dijo del cuarteto que era «una conversación entre cuatro personas inteligentes».
De menos importancia es el quinteto de cuerda, similar al cuarteto pero con dos violas o dos violonchelos. Es frecuente el quinteto con piano, que incluye este instrumento junto a un cuarteto de cuerda. El compositor italiano Luigi Boccherini, que residió muchos años en España, compuso también quintetos con guitarra, en los que este instrumento se unía al cuarteto de cuerda.
Los instrumentos de viento tienen menor presencia que los de arco en las obras de cámara, pero hay bastantes obras que los incluyen. En general se trata de formaciones como las citadas que sustituyen algunos de los instrumentos de arco por otros de viento, casi siempre maderas. Hay también obras para instrumentos exclusivamente de viento o junto con el piano, pero en menor cantidad.
Las formaciones mayores (sextetos, septetos o septiminos, octetos…) presentan una gran variedad de combinaciones instrumentales y están a medio camino entre la música cámara y la sinfónica. No son frecuentes en el catálogo de los compositores clásicos: por ejemplo, Beethoven compuso un solo septeto frente a dieciséis cuartetos de cuerda.
Música sinfónica
En el ámbito sinfónico, las dos grandes formas son la sinfonía y el concierto con solista. Ambas provienen de formas instrumentales barrocas y presentan la misma estructura formal que las obras de cámara, con las adaptaciones necesarias para la orquesta, especialmente en el concierto por el papel relevante del solista.
La sinfonía tiene su origen más directo en la sinfonia italiana que se utilizaba como obertura de las óperas, y que tenía normalmente tres movimientos en forma rápido-lento-rápido; otras formas que influyeron en el desarrollo de la sinfonía fueron la obertura orquestal y el concerto di gruppo, una forma de concierto en que no había concertino ni solistas. La sinfonía clásica suele tener cuatro movimientos siguiendo el esquema general presentado anteriormente; el primero a veces va precedido de una introducción lenta. La sinfonía se convierte en el período clásico en la forma instrumental más importante, y la que da muestra de la capacidad de un compositor; progresivamente se hace más extensa y compleja, lo que provoca que su número descienda: de las 104 sinfonías de Haydn se pasa a las poco más de 50 de Mozart y a las 9 de Beethoven. Estas últimas serán el modelo para los compositores románticos, que colocan a la sinfonía en el lugar más alto de la composición instrumental.
El concierto con solista tiene una forma parecida a la de la sinfonía y las obras de cámara, pero adaptada a las necesidades de un diálogo entre solista y orquesta. En primer lugar, suele tener solo tres movimientos, prescindiendo del minueto o scherzo. El primero tiene forma de sonata, pero en el formato especial del allegro de concierto; el segundo suele tener forma ternaria, o de tema con variaciones, y el tercero es casi siempre un rondó o rondó-sonata.
Otras formas menos importantes de la música sinfónica incluyen divertimentos y serenatas, menos elaborados que las sinfonías y pensados para el puro entretenimiento, muchas veces para interpretarse al aire libre.
Música vocal
La música vocal, como se ha dicho arriba, continúa desarrollándose en géneros como la ópera, el oratorio o la música religiosa. Pero aparecen también géneros nuevos, en relación con los nuevos ámbitos de la música de cámara para amateurs o la música sinfónica de concierto.
La ópera es el género vocal más importante de la época clásica. Aunque la importancia de la música instrumental y en especial de la sinfonía ha dejado en segundo plano la obra operística de los clásicos, en su época fue muy importante. Haydn compuso numerosas óperas mientras estuvo al servicio de los Esterházy, entre las que destaca Lo speziale (El boticario). La obra operística de Mozart es más amplia, e incluye obras de tres géneros diferentes: el Singspiel, un género característicamente alemán que alterna diálogos hablados y cantados; la ópera seria, que equivale a la tragedia clásica; y la ópera bufa, equivalente a la comedia. Entre las veinte óperas de Mozart destacan las óperas bufas Las bodas de Fígaro, Don Giovanni y Così fan tutte, las tres con libreto de Lorenzo da Ponte, y el Singspiel La flauta mágica, última ópera que compuso. Beethoven compuso una sola ópera, Fidelio, en la que trabajó diez años, y que pertenece a un subgénero conocido como «ópera de rescate», en que se narra el rescate de un prisionero injustamente condenado; en este caso es la propia esposa del prisionero, Leonora (disfrazada de hombre bajo el nombre de Fidelio), quien logra el rescate.
El oratorio es menos importante en la producción de los clásicos. Los más relevantes son los dos que compuso Haydn al final de su vida, después de haber asistido en Londres a interpretaciones de oratorios de Händel: se trata de La creación, que narra el relato bíblico de la creación del mundo, y Las estaciones, que refleja los trabajos de los campesinos a lo largo del año. También Mozart (David penitente) y Beethoven (Cristo en el monte de los olivos) compusieron oratorios.
La música religiosa tiene como forma fundamental la misa, casi siempre para cantantes solistas, coro y orquesta. Las técnicas utilizadas son las mismas que en la ópera y el oratorio, sin más diferencia que los textos. Algunas de las misas clásicas parecen pensadas más como obra de concierto que con función litúrgica, ya que alcanzan dimensiones enormes. Entre las numerosas misas de los compositores clásicos destacan la Misa en tiempo de guerra, de Haydn, la Misa solemne de Beethoven o la Misa de la coronación de Mozart, y por encima de todas el Requiem o misa de difuntos de Mozart, que fue su última composición y quedó inacabada; la terminó un discípulo, Franz Xaver Süssmayr.
Para el ámbito doméstico se compusieron numerosas canciones con acompañamiento de piano y otros instrumentos, a veces arreglos de canciones tradicionales de distintos lugares de Europa. No son muy importantes, y no alcanzan el desarrollo que tendrá después este género en el Romanticismo.
En la música sinfónica de concierto se desarrolla el género sinfónico-coral, con obras para solistas, coro y orquesta, a veces de grandes dimensiones. Se trata normalmente de cantatas y géneros similares, pero a veces se incluye la voz en composiciones puramente instrumentales, como la sinfonía; el comienzo de esta práctica está en la última sinfonía de Beethoven, la n.º 9, que incluye en su último movimiento cantantes solistas y un coro, para interpretar la Oda a la alegría del poeta alemán Schiller. Otras obras de este género son la Cantata masónica K623, de Mozart, con coro masculino, o la Fantasía coral op. 80 de Beethoven.
El clasicismo vienés
La época clásica suele denominarse a veces como «época de Haydn, Mozart y Beethoven». Pero hay muchos otros músicos importantes en este período, como Boccherini, Johann Christian Bach, Cherubini, Clementi, Benda… Sin embargo, los tres grandes suelen «eclipsar» al resto, que quedan en la categoría de «compositores menores».
Esto se debe en parte al concepto de «genio», que aparece en el pensamiento ilustrado del XVIII y se convertirá en una de las ideas centrales del Romanticismo: el genio es alguien con capacidades superiores, una especie de intermediario entre el ser humano y la divinidad; en arte, el genio tiene capacidades creativas inalcanzables para el resto, y por tanto ante su obra solo cabe la admiración. Beethoven, Mozart y Haydn (en este orden) se convirtieron en genios para las generaciones siguientes, y en parte siguen gozando de esa consideración.
Franz Joseph Haydn
Nació el 31 de marzo de 1732 en la localidad austríaca de Rohrau; en su familia no había antecedentes musicales: su padre y su abuelo fueron fabricantes de carros. Se inició en la música como niño de coro, lo cual era habitual en la época. La carrera profesional de Haydn es muy representativa del gran cambio social que sufre la música a lo largo del siglo XVIII: comenzó trabajando al servicio de diversos nobles, principalmente la familia Esterházy, con la que permaneció casi treinta años; fue poco a poco estableciendo contacto con editores de diversos países europeos que publicaron algunas de sus obras; finalmente compuso con destino a conciertos públicos y alcanzó una gran fama internacional. Murió en Viena el 31 de mayo de 1809.
Haydn desempeñó un papel fundamental en la consolidación del estilo clásico, sobre todo en algunos géneros, como la sinfonía y el cuarteto de cuerda, a los que dio forma definitiva; compuso 104 sinfonías y 68 cuartetos. También escribió 47 sonatas para tecla. Su música vocal incluye 15 óperas, 12 misas y dos grandes oratorios profanos, La creación y Las estaciones.
Wolfgang Amadeus Mozart
Nació el 27 de enero de 1756 en Salzburgo, en Austria. A diferencia de Haydn, Mozart pertenecía a una familia dedicada a la música: su padre estaba al servicio del príncipe arzobispo de Salzburgo como violinista y compositor; Wolfgang y su hermana Nannerl destacaron desde muy niños en la interpretación musical, realizando varias giras europeas organizadas por el padre. También comenzó a componer siendo aún niño. Estuvo al servicio del príncipe arzobispo, al igual que su padre, pero fue expulsado en 1781, estableciéndose entonces en Viena, donde hizo amistad con Haydn y donde se convirtió en un compositor famoso y controvertido, alternando éxitos y fracasos. Murió allí el 5 de diciembre de 1791, poco antes de cumplir los 36 años.
Su obra comprende 55 sinfonías (no todas publicadas en vida); 23 conciertos para piano y 15 más para diversos instrumentos; 26 cuartetos; 19 sonatas para piano; 20 óperas, 17 misas y el Requiem; y muchas otras obras vocales e instrumentales de todos los géneros.
Ludwig van Beethoven
El más joven de los grandes compositores clásicos nació en Bonn, en Alemania, el 17 de diciembre de 1770; no era, pues, austríaco como Haydn y Mozart, aunque se estableció en Viena en 1792 y permaneció allí el resto de su vida; de ahí que se hable de «clasicismo vienés» para referirse al estilo consolidado por estos tres compositores. Beethoven no estuvo nunca al servicio de aristócratas y trabajó como músico independiente, aunque gestionando de forma provechosa los nuevos sistemas de mecenazgo que surgieron tras la desaparición del Antiguo Régimen. Su personalidad y su creación artística estuvieron marcadas por la progresiva sordera que sufrió desde joven y que terminó siendo absoluta en su madurez. Murió el 26 de marzo de 1827, convertido ya en un mito.
En su obra llevó el estilo clásico a su máximo desarrollo y puso las bases del futuro estilo romántico. Compuso nueve sinfonías (de extensión mucho mayor que las de sus antecesores); cinco conciertos para piano, uno para violín y otro triple (violín, violonchelo y piano); 16 cuartetos; diez sonatas para violín y piano, cinco para violonchelo y piano y 32 para piano solo; en el género vocal compuso una sola ópera, Fidelio y varias misas, entre ellas la Missa Solemnis, aparte de muchas otras obras.