Historia del pensamiento musical

El pensamiento musical
en la Antigüedad clásica

Como en otros ámbitos, también en la música las antiguas civilizaciones griega y romana pusieron las bases de la cultura europea posterior. Pero esta influencia no se dio tanto en la música práctica como en el pensamiento musical: las ideas y teorías desarrolladas en la antigua Grecia se mantuvieron vivas hasta el Renacimiento; y no solo en el pensamiento musical de la Europa latina, sino también en las culturas bizantina y árabe.

La palabra griega μουσική (musiké) significaba «relativo a las musas». Las musas, en los relatos míticos, eran nueve y estaban relacionadas con actividades como la poesía, la historia, la tragedia, la comedia o la danza. Todas estas actividades se englobaban bajo el concepto de musiké, que comprendía por tanto la música, la poesía (lírica, épica y dramática) y la danza. La música, pues, era para los antiguos griegos una actividad mucho más diversa que lo que el término designa en nuestra cultura.

El concepto matemático de la música

La base del pensamiento musical griego la encontramos en la escuela pitagórica, formada por los discípulos de Pitágoras de Samos, que vivió en el siglo VI a.C., y es por tanto uno de los filósofos llamados presocráticos. Los pitagóricos, que no solo compartían una serie de ideas filosóficas, sino también un estilo de vida común, defendían que el universo entero tiene una estructura matemática, que todo se reduce a número. Aunque Pitágoras no dejó nada escrito, sus discípulos transmitieron sus teorías; sabemos así que Pitágoras realizó una serie de experimentos con objetos sonoros, descubriendo que los tres intervalos básicos de la música griega (octava, quinta y cuarta) correspondían a tres proporciones simples:

Intervalo Nombre griego Proporción
Octava Diapasón 2:1
Quinta Diapente 3:2
Cuarta Diatessaron 4:3

Es decir, si una cuerda tocada al aire produce una nota determinada, al pulsar en su centro y hacer vibrar la mitad de la cuerda sonaría su octava; si hacemos vibrar los dos tercios, sonaría su quinta; y si hacemos vibrar los tres cuartos, sonaría su cuarta. Lo mismo se puede aplicar a las longitudes de los tubos sonoros y a muchos otros objetos que producen notas.

Pitágoras experimentando con objetos
sonoros.
Pitágoras experimentando con objetos sonoros.
(Grabado publicado en Theorica musicae, de Franchino Gaffurio, en 1492)

Por tanto, los intervalos básicos de la música griega (y después la occidental y muchas otras) corresponden a las proporciones de la serie 1:2:3:4, formada por los cuatro primeros números naturales, cuya suma es 10, y que para los pitagóricos representaba la perfección, simbolizada gráficamente en la τετρακτύς (tetraktys):

Tetraktys
Tetraktys

Al margen del significado místico o esotérico que estas proporciones tuvieran para los pitagóricos, su descubrimiento tuvo una importante aplicación práctica en la afinación vocal e instrumental durante la Antigüedad y la Edad Media: todos los demás intervalos se calculaban a partir de las tres proporciones indicadas. Además, el estudio de la música se consideró parte de las matemáticas, incluyéndose al final de la Edad Antigua en lo que se denominó Quadrivium: Aritmética, Geometría, Astronomía y Música, el conjunto de las cuatro disciplinas matemáticas que conformaban la educación superior (y que se mantendría durante la Edad Media).

Cálculo de intervalos a partir de las
proporciones pitagóricas.
Cálculo de intervalos a partir de las proporciones pitagóricas. La diferencia entre las 12 quintas y las 7 octavas muestra la inexistencia de un verdadero «círculo de quintas».

La armonía de las esferas

La imagen cosmológica de la antigüedad planteaba un universo con la Tierra en su centro, rodeada de sucesivas esferas concéntricas en las que se insertaban los «planetas», los astros conocidos entonces: la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter y Saturno. Una octava esfera contenía las estrellas. Todas estas esferas giraban alrededor de la Tierra a velocidades diferentes. Los griegos sabían que el sonido procede del movimiento, por lo que pensaban que el movimiento de cada esfera debía producir un sonido distinto; dado que, según las teorías pitagóricas, las distancias entre las esferas coincidían con las proporciones simples de la música, el conjunto de los sonidos de las ocho esferas configuraba una armonía, una melodía que suena constantemente: la armonía de las esferas. Algunos llegaron incluso a plantear qué notas correspondían a cada esfera, aunque en esto nunca hubo un modelo predominante.

El modelo cosmológico geocéntrico, tal
como se concebía en la Edad Media
El modelo cosmológico geocéntrico, tal como se concebía en la Edad Media

Puesto que la música es un reflejo de la estructura del cosmos, el estudio de las proporciones matemáticas de los intervalos era un medio para averiguar esa estructura. Esto llevó a un estudio exhaustivo de estas proporciones que se mantuvo durante toda la historia de la música griega y pasó a la Edad Media a través de la obra de Boecio. Los teóricos musicales medievales y renacentistas siguieron desarrollando modelos matemáticos de los intervalos que estuvieron muy presentes en los nuevos sistemas de afinación que condujeron a la escala temperada. Incluso en el siglo XVII, cuando Johannes Kepler enunció las leyes del movimiento de los planetas, seguía afirmando que estos producían sonidos al moverse.

La visión matemática de la música sigue siendo tema de estudio en la actualidad, con aplicaciones como la música fractal.

Teoría del ethos

Al igual que el cosmos, el ser humano también está compuesto de proporciones matemáticas, que regulan la relación entre cuerpo y alma y entre cada parte de esta. Por tanto, la música puede reflejar la estructura psíquica de un ser humano, y así se relaciona con los diferentes estados de ánimo.

A partir de esta concepción se planteó que la música podía modelar el comportamiento de una persona si se utilizaba conscientemente en su proceso de formación; diferentes músicas podían configurar diferentes personalidades. Damón, en el siglo V a.C., clasificó las harmoníai de su época según sus efectos en la personalidad, relacionando de este modo cada música con un comportamiento o ethos (ἦθος) determinado. Las teorías de Damón fueron recogidas por Platón.

La teoría del ethos causó una intensa polémica entre sus defensores y sus detractores, lo cual llevó en la época helenística a una divergencia cada vez mayor entre músicos y teóricos —que continuaría en la Edad Media— y al abandono progresivo de la propia teoría. Sin embargo, las épocas de neoplatonismo la rescataron, principalmente a finales de la Edad Antigua y sobre todo en el Renacimiento, cuando fue el germen de la teoría de los afectos que dominó la estética barroca.

En la actualidad hay visiones de la música cercanas a la teoría del ethos, como puede ser la musicoterapia.